martes, 19 de mayo de 2009

La montaña mágica


La Montaña Mágica. Jiro Taniguchi. Ponent Mon. Cartoné. 72 págs. Color.

¿Recuerdan dónde perdieron el niño que fueron? ¿Recuerdan los olores de las estaciones cuando el barro les manchaba las rodillas? ¿Recuerdan las interminables tardes de juegos? Jiro Taniguchi (Tottori, 1947) es un autor atípico en Japón, no realiza sus historietas con la finalidad de ser productos de consumo, en sus trabajos hay una búsqueda, un estudio si quieren, de los sentimientos. Sus personajes nos hablan desde el fondo de sus corazones, nos hacen participes de sus vivencias, y nos hacen sentir. El papel se torna carne y Taniguchi nos deleita obra tras obra con personajes creíbles que adquieren vida conforme transcurren las viñetas, conforme avanza la historia. Cuando Jiro era aprendiz en el estudio de su maestro, el manga, el cómic en Japón, vivió una explosión temática, dejó de ser un reducto para convertirse con los años en un gran abanico de temas. Nuestro autor comenzó a devorar aquellas historias diferentes. En una librería extranjera de Ginza, en Tokio, hizo un descubrimiento que marcaría su vida y su forma de entender la historieta: el cómic europeo. “La nitidez del dibujo y la claridad de la composición eran nuevas para mí en aquellos álbumes. […] Pese a que no entendía los diálogos, sólo con mirar imágenes ya disfrutaba de la lectura, que además se editaban en formato grande, a color, con tapas duras… cosas todas impensables en Japón”. Aquello sucedió hace 35 años. Cuando hablamos de Taniguchi, acabamos diciendo que este autor es el más europeo de todos los japoneses. Sabemos el por qué. Casterman, una importante editorial, publica los trabajos de este autor en Francia. Le ofrecieron la posibilidad de poder realizar un cómic con formato europeo. Taniguchi aceptó el reto. “Mi sueño se hizo realidad”. Y todos sentimos que, de alguna forma, el círculo se cerraba. La montaña mágica fue el resultado. Es 1967, en Tottori, un niño de once años, Kenichi, huérfano de padre, se enfrenta a una despedida que no desea. Su madre debe ser ingresada en un hospital para ser operada. Siente un terrible peso en su ser. No sabe expresarlo. Es verano, son vacaciones, se refugia en una montaña cercana donde descansan las ruinas de un antiguo castillo. La fantasía y la realidad se dan la mano en esta historia y nos llevan hasta esos años olvidados de infancia, hasta ese tiempo perdido que no podemos recuperar…


© Pedro F. Navarro, 2009

(Columna Noveno Arte publicada originalmente en el periódico 30 Días en abril de 2009)

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