lunes, 5 de octubre de 2009

Miradas. Entrevista a Miguel Calatayud I


Miguel Calatayud (Aspe, Alicante 1942) es ilustrador y dibujante de cómic. El pasado 15 de septiembre obtuvo uno de los más importantes galardones por el conjunto de su obra, el Premio Nacional de Ilustración 2009. Artista de mirada radical, lleva cuarenta años deleitándonos con sus propuestas fuera de toda tendencia o catalogación. Ha realizado cerca de medio centenar de libros de ilustración y una decena de álbumes de historieta con textos propios y ajenos. Nos hemos desplazado hasta Valencia para recoger de primera mano sus impresiones y realizar un acercamiento tanto a su persona como a su trabajo.

En una carrera tan plagada de éxitos y rec
onocimientos, inclusive de la crítica ¿Cómo te sientes con este galardón? ¿Lo esperabas?

Respecto al momento ha sido una absoluta sorpresa. Este reconocimiento me halaga, me contenta, vamos que me encuentro muy bien. Este premio es interesante por dos aspectos. Primero porque se decidió que se concediera al trabajo visto de forma retrospectiva a toda una vida. Si alguien ve mi currículo se encuent
ra con que ya lo había recibido con anterioridad. No es exacto, porque el reconocimiento de ilustración de carácter nacional se concedía antes a un título de un libro y un año de publicación concreto. Ahora se intenta que el premio de ilustración esté homologado y al mismo nivel que el resto de reconocimientos artísticos y se concede desde hace ya un año a una trayectoria. Segundo creo que es muy bueno para la profesión porque sitúa a todos los colegas al mismo nivel de calidad que el teatro, el cine, el trabajo literario y es, cada vez más, normalizar lo que es la consideración respecto a la ilustración. Me parece importante, al margen de mi alegría por haberlo recibido, ya que a lo ancho y largo del estado hay gente que ha dedicado a esto toda su vida y que ahora tengan la posibilidad de ver su trabajo reconocido de esta forma me parece valiosísimo. Ya era hora.


¿Cuándo decidiste ser dibujante? ¿Fue un impulso consciente, fue vocacional?

La aproximación al trabajo de ilustrador viene dado primero por un disfrute como contemplador, como admirador, vives esto en la infancia, te gusta, te atrae. A mí me toco vivir la posguerra, no la inmediata posguerra pero casi, el tebeo para nosotros era la posibilidad de volar, de viajar, de estar en otros lugares, de conectar con héroes queridos, por no hablar del cómic de componente humorístico, de las páginas de revistas como Pulgarcito, como del TBO. Ahora las vemos con otros ojos porque para nosotros son documentos. Este disfrutar contemplando te lleva evidentemente a hacer pinitos, y empezar a hacer dibujitos. Luego un amigo te lleva a probar alguna técnica porque te dice que hay unas tintas y que con esas tintas metes un color que queda mejor, es decir, que es como una cadenita que te va aproximando de una forma absolutamente ingenua y sin ninguna pretensión. Nunca pensé que me dedicaría a esto. En mi caso fue una progresión. En mi etapa de formación estaba atentísimo a todo lo que se producía, a todo lo que nos llegaba, porque eran otros tiempos, ahora las posibilidades de información son totales, pero en nuestra época te llegaba algo con una revista Marie Claire de Francia, una publicación inglesa, una de Norteamérica, había que buscarlo. Todo lo acabas integrando en tu evolución. Siempre he defendido que un dibujante o un artista que se dedique a esto tiene que estar atento a todo lo que se está haciendo. Supone una constante inquietud. En resumen, es una evolución generada primero por tu interés, por esa labor como admirador, como lector, como disfrutador. Luego, de alguna manera, tomas la decisión de involucrarte profesionalmente. Hay un aspecto fundamental, que es la dedicación de tiempo. Esta no es una labor que se puede despachar alegremente en un ratito, hacerla con responsabilidad requiere de tiempo, no sólo de ejecución sino de reflexión.


¿Cuál es el proceso de trabajo que sigues desde el papel en blanco hasta que acabas una ilustración o una página de cómic?

Cuando me enfrento con el papel en blanco siempre da un poco de vértigo pero tiene el atractivo de lo que va a ocurrir. Con un primer boceto no te basas en nada, y si cuentan que tienes el dibujo en la imaginación, lo que tienes es una tendencia, tienes una idea, pero la idea no toma forma hasta que la presentas. Para mí es un momento absolutamente precioso. Aunque vayas a tantear. Acabo de hacer un cartel para unas fiestas de Bocairent. A veces, te quedas pensando con la pluma estilográfica, haces un monito pequeño, tamaño sellito, y uno, me dio la clave del cartel. Hasta el punto de que fui a una fotocopiadora a ampliar. Luego lo cambias y lo enriqueces. Después, es un proceso. Es considerar las dimensiones, ajustar proporciones, llegar al formato, el estudio de color, etc. Frente al papel en blanco funcionas de una forma inconsciente, como si hicieras apuntes, como si hicieras bocetos y cuando sale algo interesante, he de confesar, que es el momento más apasionante, más emocionante, es el momento de autentica creación. El papel estaba en blanco, la idea no existía, y de pronto, aparece.

(Continuará...)

© Pedro F. Navarro, 2009

(Columna Noveno Arte publicada originalmente en el periódico 30 Días en septiembre de 2009)

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